No está vivo, parece vivo, pero en realidad está muerto

Juanan Salmerón
3 min readFeb 7, 2021

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“La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado”.

El otro día recordó la periodista Belén Remacha en Twitter un titular de mayo de 2019 que, si ya en su día era certero e invitaba a reflexionar, ahora, tras un año de pandemia, adquiere todavía más sentido.

El titular es de una entrevista en El País al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga y, además de esa frase que deberíamos tatuarnos, deja una interesante conversación sobre nuestros orígenes, nuestro pasado, nuestro futuro o nuestro propósito como sociedad.

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En los últimos meses he visto dos películas que tienen, en parte, cierta relación con ese titular de Arsuaga de intentar no limitar toda nuestra vida a nuestras obligaciones o a lo que, se supone, se espera de nosotros.

Una es “Vivir”, de Kurosawa. La historia de Kanji Watanabe, un gris funcionario de Ayuntamiento que lleva treinta años sin faltar al trabajo. La película empieza con una imagen del protagonista en la oficina y una voz en off que dice: “no está vivo, parece vivo, pero en realidad está muerto”. En la película, Kanji, se entera de que sufre de un cáncer de estómago y que fallecerá pronto. Esto hace que se dé cuenta de todo el tiempo que perdió, por lo que intenta recuperar rápidamente el tiempo perdido. Al final, encuentra una última forma de encontrarle un propósito a su vida, ayudando desde su puesto de trabajo a sus vecinos con la construcción de un parque que hará feliz a mucha gente.

La otra es “En busca de Bobby Fischer”. En ella nos cuenta la historia de Josh Waitzkin, un niño prodigio del ajedrez sobre el que su su padre deposita todas sus expectativas (y presión) para que triunfe. Exigiéndole que mejore y que trabaje cada vez más para ser el mejor. Él, en el fondo, solo es un niño que juega al ajedrez por diversión y que no le encuentra sentido a competir ni a los torneos a los que su padre le apunta. Él no quiere ser el mejor, solo disfrutar con el ajedrez. O con el béisbol. O con cualquier cosa que le haga feliz. Cosas de niños.

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Sobre la necesidad de hacer de nuestras vidas algo más que trabajar o ir al supermercado, o sobre nuestro propósito, me vienen también a la cabeza dos frases, una de Carmen Martín Gaite y otra de David Trueba. Ella dice que “vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que nos humillen o nos engañen (…)”. Él escribe en su último libro “Ganarse la vida” lo siguiente: “Ganarse la vida es una frase afortunadísima que por desgracia suele contener un valor meramente pecuniario, material. Ganarse la vida tendría que ser la mayor aspiración de una persona, pero ganársela en el sentido de honrarla, de estar a la altura del regalo”.

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